Otros, en cambio, salen a buscarla valiéndose de todos sus recursos, la ambición es lo único que los mueve por el mundo, no viven más que para tener tal perfección en todos los campos, y aunque nunca logran encontrarla en todas sus formas, gastan su vida en ella .
También queda un último grupo que son los que la aparentan, aunque estaría muy relacionado con el último nombrado .La cuestión es cuando logramos conseguir, de un modo u otro, parte de la perfección, como los ejemplos citados al principio. Nos cuesta tanto valorarlos que hasta -casi- pasan inadvertidos para nosotros mismos. O queremos más, y como no nos alcanza, de nuevo más . O lo peor, tanta perfección nos causa un cierto rechazo, uno añora lo que no tenía en algún entonces, o lo -imperfecto- que tenía de más . El ejemplo más claro e incómodo: la persona perfecta; esa a la cual sería imposible rechazar, a quien a todos les gutaría tener, por quien -pensás- miles de chicas matarían. Sus cualidades, sus destrezas, su educación y hasta su belleza, todo tan perfecto! Pero sucede entonces que surgen las dudas, la inseguridad, y claro, comienzan a resaltar tus peores -o antes inofensivos- defectos. Son dos realidades, parecieran dos especies, -se complementean!(?)- o simplemente no pegamos, incertidumbre, algo esconde, encima me quiere, sigue siendo hombre, simplemente es perfecto.
Y es justo ahí cuando no veo más remedio que huir, ante la representación de la más pura perfección.
Sólo amigos .